domingo, 27 de marzo de 2011

Convirtiéndose en autores (Fighting Fantasy 2ª parte)


Había pasado casi un año desde que los dos amigos presentaran aquel primer boceto de La Búsqueda Mágica a Geraldine. Ian y Steve pensaban que se habían olvidado de ellos y solían repetirse, -“Bien, ¿van a empezar algún día con esto o no?”- En un principio es cierto que los directivos de Penguin básicamente se sentaron sobre el “manuscrito” y lo dieron de lado por las razones que ya comentáramos anteriormente y simplemente porque no sabían como tratarlo. Pero a pesar de las incertidumbres de las que se rodeaba este proyecto y de que entre todos los posibles lanzamientos futuros este estaba considerado como una apuesta muy menor, al fin la editorial empezaba a mostrarse interesada. Pronto recibieron noticias de Geraldine para informarles del visto bueno sobre la publicación de un libro basado en su idea, pero antes tenían que concretar algunos puntos. Para empezar el principal (y motivo de numerosas controversias durante mucho tiempo entre los autores y los editores) era decidir la franja de edad a la que este tipo de obra estaría dirigido. Ian y Steve estaban convencidos de que La Búsqueda Mágica podía interesar tanto a los más jóvenes como a un público adulto, pero desde Penguin surgían voces (hemos de reconocer que más expertas) que reclamaban su inclusión en la línea editorial infantil del grupo, Puffin Books. Particularmente Tony Lacey, jefe del departamento Puffin, consideraba que el objetivo demográfico comprendido entre los nueve y los doce años sería el más conveniente a la hora de alcanzar un buen nivel de ventas, con lo que el consejo editorial pronto decantaría esta decisión a su favor. Steve quedó muy desanimado ante esta propuesta y especialmente porque el cambio de departamento dejaba fuera del proyecto a Geraldine, quien era editora en Penguin exclusivamente. Es más, un tiempo después Steve prometió escribir un libro-juego de características más maduras para que ella lo publicara en exclusiva. Otro punto a decidir era la inclusión de ilustraciones como eje conductor del juego. La idea original de basarlo casi estrictamente en estas resultaba prohibitiva tanto a nivel artístico como técnico y pronto se decidió resumir su aportación a unas pocas muy bien seleccionadas. Posiblemente fue una gran idea, ya que así la narración pasaría a conducir el relato y daría más protagonismo a los autores. Ahora el dúo pasaría a estar bajo la supervisión de una nueva editora, Phillipa Dickinson, quien se encargaría de guiarlos a través del difícil mundo del escritor novel. Ian y Steve se pusieron manos a la obra rápidamente, es más, sabían que no podían dejar pasar mucho tiempo antes de entregar el manuscrito. Pero una cosa era proponer un nuevo formato de libro y otra muy distinta era escribirlo. Por si esto fuera poco todo debía hacerse en sus pocos ratos libres. Games Workshop les consumía casi todas las horas del día y muchos fines de semana, con lo que el libro sería escrito casi en su totalidad durante las noches y las reuniones para tratar su evolución eran ante un par de pintas en el pub y alrededor de la mesa de billar de este, tras la jornada laboral. Ambos aportarían sus propias ideas en el diseño de las reglas básicas, de las cuales el sistema de combate sería el que les diera más quebraderos de cabeza antes de decidirse por uno, y en este caso Phillipa tuvo mucho que ver con la elección definitiva. Y lo más importante de este proceso era el estilo claramente diferenciado con el que estaban afrontando cada uno su parte de la narración. Tras muchas discusiones habían decidido dividir la tarea en dos partes, escribiendo Ian la primera mitad de la aventura y Steve la segunda y su climático final. En el caso de Ian se presentaban más encuentros con toda clase de enemigos y criaturas, mientras que Steve prefería los rompecabezas y las múltiples elecciones, aunque esto no significa que despreciara el aspecto más combativo. Es más, ahora podemos recordar como Steve creaba aquellas trampas y encuentros para las mazmorras de sus partidas de rol los días previos a abandonar su trabajo previo a Games Workshop, y que ahora reutilizaría con los libro-juegos. Una vez reunieron ambas mitades descubrieron con agrado que la cantidad de referencias sumaban las 399 y más que nada por redondear se sumó una referencia falsa con lo que se llegaba a las 400, lo que sería el estándar de los futuros lanzamientos. Una vez más Phillipa vería la inconsistencia de este sistema y cuando el libro ya estaba terminado se lo hizo notar claramente a los compañeros indicando a su vez fallos en el formato, correcciones ortográficas, etc. El encargado de solucionarlo fue Steve, quien reescribió por entero y en su estilo la mitad original de Ian. Por último vino el problema con el título del libro. Ninguno de los dos estaba satisfecho con La Búsqueda Mágica, así que tras mucho pensarlo decidieron cambiarlo por uno que resumiera lo que el lector iba a encontrar en su aventura. Ian había comentado al principio de la historia que esta se desarrollaría en la Montaña De Fuego mientras que Steve había creado un enfrentamiento final contra un poderoso Hechicero, de manera que la elección se hizo “fácil”: El Hechicero de la Montaña de Fuego. Así, aproximadamente seis meses después de recibir el encargo, los dos compañeros presentaron el manuscrito definitivo a los editores de Puffin Books, y además un nombre con el que se podría bautizar al tipo de libro que habían desarrollado: Fighting Fantasy.

1 comentario:

  1. Genial, como siempre Mabden!
    Cuando leo tus posts siempre me pregunto de donde sacas esas cuchicherias que parecen tan de primera mano... Me encantan! :)

    Saludos!
    -Neo

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