viernes, 7 de agosto de 2009

Cadena de mudanzas

La pequeña oficina, o casi trastero, en la parte trasera de la agencia inmobiliaria se les estaba quedando pequeña.

Numerosas cajas abarrotaban el escaso espacio disponible, de modo que los dos compañeros empezaron a expandir su zona de almacenaje hacia la oficina de sus arrendadores, primero un par de cajas pequeñas, luego otro par algo más grandes y así hasta que los dueños de la agencia comenzaron a percibir la invasión y estallaron en franca hostilidad contra Ian y Steve.
¿Qué se habían pensado ocupando aquel espacio? Y ¿qué hacían todos esos jóvenes rondando por la calle frente al local y entrando hasta el fondo molestando a trabajadores y clientes? No era una buena imagen para su negocio y por lo tanto tendrían que ir pensando en cambiar su sistema de trabajo o bien buscarse un nuevo lugar donde ubicar su centro de operaciones.
La situación empezaba a ser agobiante, pero en esta ocasión el enfado de sus “caseros” podía ser útil en cierta medida. Los dos amigos se plantaron y tras revisar sus cuentas volvieron ante los dueños y les dijeron:
-“Bien, ¿nos queréis fuera de aquí?, de acuerdo, pero ¿acaso no sois una agencia inmobiliaria?, encontradnos una tienda. Y mientras que estáis en ello buscadnos también un piso, ya que al fin podemos permitirnos el pagar de nuevo un alquiler.”-

Para Enero de 1977 Ian y Steve abandonaron la furgoneta Morrison y trasladaron todo el material a un ruinoso piso de la era Victoriana, donde vivirían a partir de entonces, aunque aún permanecerían por un tiempo más en la pequeña habitación trasera de la inmobiliaria la cuál seguiría manteniendo la función comercial. El piso era lo más parecido a una pocilga, pero de considerables dimensiones y por lo pronto podrían almacenar todo su material e incluso bastante más mientras les encontraban la tienda y la acondicionaban para su apertura. Sus “caseros” fueron razonablemente buenos en la palabra dada y pronto dispusieron de un local, también bastante grande y con dos plantas, para abrir la que sería la primera tienda dedicada al ocio de fantasía de Europa. El lugar donde se hallaba era el número 1 de Dalling Road, en Hammersmith, de nuevo a un tiro de piedra de Shepherd’s Bush y casi al lado de la agencia inmobiliaria. (Siempre he encontrado gracioso el hecho de que la primera tienda GW estuviese ubicada en una calle cuyo nombre significa “fabricante de martillos”)

La fecha de apertura aún estaba lejos de estar clara, pero mediados de aquel mismo año podía ser una aproximación bastante acertada. Mientras tanto tenían mucho trabajo por hacer y lo primero era el segundo Games Day, cuya celebración asentaría este evento en el calendario anual, ya que una segunda entrega lo confirmaba como algo serio y, al menos en principio, permanente.

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