domingo, 15 de agosto de 2010

Se Gesta Fighting Fantasy

Fighting Fantasy

Todos los Games Day atraían a promotores y curiosos de diversas empresas relacionadas de alguna forma con el mundo del ocio, pero en su mayor parte se trataba de gente con una mentalidad conservadora cuyo interés por lo que estaba sucediendo en el colectivo rolero era muy pasajero, un vistazo rápido y tras menear negativamente la cabeza desaparecían mascullando sobre las modas pasajeras y lo poco que iba a durar este hobby. No obstante algunos observadores tenían una visión más amplia y una mayor capacidad para asumir riesgos. No pocas editoriales habían empezado a informarse sobre lo que parecía un mercado emergente y tanteaban estas nuevas formas de acercarse al público más joven.

La editorial inglesa Penguin Books había publicado en 1979 un libro llamado Playing Politics del autor Michael Laver, básicamente el concepto era llevar el mundo de la política a un entorno de juego o simulación, bastante alejado de los juegos de rol en su temática, pero ante el desconocimiento general que había en aquel momento sobre lo que era este tipo de ocio les pareció una magnífica idea enviar a alguien al Games Day de 1980 para promocionarse un poco. Este alguien fue Geraldine Cooke quien conforme avanzaba el día estaba cada vez más impresionada por la cantidad de gente que acudía a este evento y lo entregados que parecían a una clase de ocio que casi no podía entender. Naturalmente Ian y Steve se acercaron a charlar un rato con ella (era parte de su función como anfitriones de la convención) y acabaron dedicándole un tiempo realmente largo. Pasaron mucho rato charlando de los juegos y de sus ramificaciones, de sus posibilidades de futuro y de lo que estaban haciendo otras editoriales al respecto, y al terminar la charla habían llegado a una especie de acuerdo previo, a saber, los dos compañeros escribirían una especie de guía resumida explicando lo que era el rol, algo así como la charla que mantuvieron con Geraldine pero en forma escrita para facilitar la entrada en el hobby de aquellas personas que sintieran interés pero que no tuvieran ni idea de lo que era jugar a rol. Una vez terminada una sinopsis del manuscrito se lo enviarían a la editorial y si gustaba al equipo directivo pasarían a hablar de su publicación. Este concepto no es que fuera algo muy novedoso, conforme la fama de Dungeons & Dragons se extendía, grupos más o menos aprovechados/astutos de editores y escritores ya habían explotado esta fórmula, en ocasiones con gran éxito, en otras, con litigios abiertos entre los editores por los derechos de los juegos reseñados en dichas guías.

Una vez pasada la fiebre del Games Day los dos compañeros empezaron a darle vueltas al asunto y, una vez más, la reunión celebrada en el pub frente a unas cervezas daría lugar a grandes ideas. En vez de una simple y anodina guía ¿por qué no crear una aventura introductoria para un solo jugador? El concepto de hiperficción ya se había utilizado con éxito en proyectos como los libros de Elige Tu Propia Aventura y como apoyo didáctico en las escuelas; tomar esto como base pero aumentado con la ayuda de la dinámica de los juegos de mesa y de rol (como el combate contra monstruos y enemigos o la acumulación de objetos útiles), podía proporcionarles un punto de partida. La temática podría variar enormemente, aunque Steve propuso en un primer momento ir a lo seguro y basar la aventura en El Señor De Los Anillos, encarnando al mismísimo Gandalf, pero esta idea fue pronto descartada debido a las múltiples dificultades relativas a los derechos de autor que ya os podréis imaginar.
El primer esbozo era muy simple, apenas un par de encuentros, casi sin historia y basándose casi completamente en ilustraciones (fagocitadas de un módulo de D&D). El título elegido para este primer borrador fue The Magic Quest. Sea como sea la idea básica de lo que más tarde serían los libros de Fighting Fantasy (Lucha Ficción) estaba claramente presente. Un poco de maquetación y estaban listos para presentarlo ante los editores de Penguin, así que tal y como habían acordado llevaron el proyecto al despacho de Geraldine. El gran problema, desconocido para ellos en el momento, era que Penguin estaba pasando por un mal momento económico y se había decidido no aceptar manuscritos de ningún autor novel al menos durante un tiempo, esto sumado a lo novedoso de su propuesta hizo que Geraldine no mostrara el proyecto en la editorial durante una larga temporada. Así pasó casi un año antes de que la editora volviera a llamarles, pero esta parte de la historia habrá de ser contada más adelante.

Un detalle que si es muy llamativo durante este primer momento del desarrollo de los libro juegos sucedió durante una de las visitas de Steve Jackson a las convenciones de los Estados Unidos. Allí y estando su propuesta aún esperando en algún cajón de la central de Penguin, mientras charlaba con uno de los distribuidores sobre la más rabiosa actualidad de los distintos países, Steve le comentó la idea que habían tenido sobre los libros interactivos. Su contertulio, tras exclamar un -¡No puedo creerlo!- corrió a la parte trasera de su stand y volvió con un manuscrito para un sistema de juego muy similar al ideado por ellos, pero para ser usado con un juego de rol propiamente dicho. Esto sólo demuestra que la afición se movía por derroteros muy similares, y los dos amigos simplemente fueron los primeros en dar salida comercial a esta idea.


El número 21, de Octubre/Noviembre, es una White Dwarf agridulce. A Mary Common en la maquetación se le une John Bradley. Sus contenidos eran de la calidad acostumbrada, la portada de Robert Adams era muy buena y hasta incluso incluía uno de esos mini-juegos de tablero hexagonal, llamado Survival! Obra de Bob McWilliams; pero una triste noticia acompañaba al editorial de Ian. Robert Owens, quien había ocupado el cargo de Dirección Artística, había sufrido un accidente durante sus vacaciones en Francia, perdiendo la vida. Ian dedicó este número a su memoria, y con este homenaje es justo recordar este número de la revista, no como la White Dwarf 21, sino como el número de Robert Owens.

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