
Coincidiendo con el día de apertura se puso a la venta el número 6 de la revista White Dwarf y con este se cumplió un año de vida de la publicación.

Ian aprovechaba el editorial para dar cumplida cuenta del aniversario, anunciaba una serie de cambios bastante importantes durante el segundo año del magazine y a su vez animaba a los lectores a participar activamente en la revista para lo cuál podían empezar rellenando un cuestionario incluido en ese mismo número.
En esta ocasión la portada corrió a cargo de Chris Beaumont.
En este número comenzaba una sección a cargo de Don Turnbull que con el correr del tiempo acabaría convirtiéndose en un clásico de la revista, pero que además traería toda una serie de consecuencias no todas agradables para GW.
En los pasados números 4 y 5, Don había presentado unos artículos llamados "Monsters Mild and Malign" en los que describía criaturas creadas para D&D por autores amateur y aparecidas en fanzines, particularmente americanos. Don hacía uso de estos monstruos en parte como conejillos de indias para su propio Monstermark System, pero la idea en sí de la creación y publicación por parte de los lectores debió gustarle bastante ya que en el número del que estamos hablando presentó su Fiend Factory, el cuál se nutría de ese concepto y ofrecía a todos los aficionados que lo desearan la posibilidad de ver sus "criaturas" aparecer en una publicación "internacional". En esta primera entrega, ya que no contaban con material de los aficionados por razones obvias, aparecieron el "Needleman" de Trevor Graver, el "Throat Leech", el "Bonesnapper", el "Mite" y el "Fiend" del propio Ian Livingston (quien sería un gran colaborador y seguidor de esta serie) y por último el "Disenchanter" y el "Nilbog" de Roger Musson.
Siguiendo con los contenidos de este número y no pudiendo dejar sin comentar las secciones aquejadas de la fiebre del plomo, podemos leer el repaso que de la mano de John No
rris se hace a la marca americana de miniaturas Archive Miniatures, y además se anuncia la salida al mercado de una nueva gama dentro del ya extenso catálogo de Miniature Figurines (Minifigs) llamada "El Valle de los Cuatro Vientos".
La revista empezaba a dejar atrás sus días de adolescencia con un formato más cuidado y unos artículos más amplios, que además daban una mayor libertad a los aficionados para discutir la validez de estos, al tiempo que les permitía participar en la publicación.

Ian aprovechaba el editorial para dar cumplida cuenta del aniversario, anunciaba una serie de cambios bastante importantes durante el segundo año del magazine y a su vez animaba a los lectores a participar activamente en la revista para lo cuál podían empezar rellenando un cuestionario incluido en ese mismo número.
En esta ocasión la portada corrió a cargo de Chris Beaumont.
En este número comenzaba una sección a cargo de Don Turnbull que con el correr del tiempo acabaría convirtiéndose en un clásico de la revista, pero que además traería toda una serie de consecuencias no todas agradables para GW.
En los pasados números 4 y 5, Don había presentado unos artículos llamados "Monsters Mild and Malign" en los que describía criaturas creadas para D&D por autores amateur y aparecidas en fanzines, particularmente americanos. Don hacía uso de estos monstruos en parte como conejillos de indias para su propio Monstermark System, pero la idea en sí de la creación y publicación por parte de los lectores debió gustarle bastante ya que en el número del que estamos hablando presentó su Fiend Factory, el cuál se nutría de ese concepto y ofrecía a todos los aficionados que lo desearan la posibilidad de ver sus "criaturas" aparecer en una publicación "internacional". En esta primera entrega, ya que no contaban con material de los aficionados por razones obvias, aparecieron el "Needleman" de Trevor Graver, el "Throat Leech", el "Bonesnapper", el "Mite" y el "Fiend" del propio Ian Livingston (quien sería un gran colaborador y seguidor de esta serie) y por último el "Disenchanter" y el "Nilbog" de Roger Musson.
Siguiendo con los contenidos de este número y no pudiendo dejar sin comentar las secciones aquejadas de la fiebre del plomo, podemos leer el repaso que de la mano de John No

La revista empezaba a dejar atrás sus días de adolescencia con un formato más cuidado y unos artículos más amplios, que además daban una mayor libertad a los aficionados para discutir la validez de estos, al tiempo que les permitía participar en la publicación.